viernes, 26 de febrero de 2010

Primer día de pedaleo en Perú

Me quedé un día más en La Paz, y a pesar de que al día siguiente no pude decir que no a una invitación para ir a un boliche cercano al hostel, a la mañana (o a media mañana mejor dicho) salí decidido hacia Perú, hacia Cusco en bicicleta.

Casi toda la tarde llovió. Me mojé, pero estuvo bueno. Aquél día llegué a Tiwanaku de vuelta. Una pareja de argentinos que vivía hacía tiempo allí, me dió la bienvenida al verme parar frente a un quiosko del lugar y me dieron indicaciones sobre cómo llegar a un hospedaje económico que yo había visto cuando visité aquél pueblo en ocasión del acto de Evo.

En el camino hacia el hospedaje, una camineta se detuvo y me preguntó si iba para aquél lugar. Frente a mi respuesta, una de las personas se bajó de la camioneta y me acompañó hasta el hospedaje. Se trataba de los dueños del mismo. Luego de solucionar un par de desperfectos técnicos de la instalación eléctrica de aquella construcción, me pude duchar y descansar hasta el día siguiente.

Ese día llegué a la frontera de Perú hacia la hora del almuerzo. Luego de comer, me estaba dirigiendo hacia la bicicleta para seguir viaje cuando un grupo de chicos me invitaron a jugar un partido. No pude contenerme y al poco tiempo estábamos haciendo pases en medio de la calle tratando de hacer goles en los arcos improvisados con un par de piedritas. Cada tanto debíamos parar para dejar pasar a algún vehículo. El partido era por un sol (moneda peruana). El último gol nos hizo vencedores de aquél evento deportivo, pero la opinión de uno de los contrincantes sobre que la pelota había pasado por arriba y no por el costado del palo, puso en duda nuestra victoria. Al final, con el contrincante ofendido, quedamos vencedores, pero como el premio fué lanzado por este muchacho al los pies de su interlocutor, el derrumbre del orgullo que significaba levantar el premio del piso, hizo que el trofeo en forma de un sol, quedara en el piso por un tiempo. Decidieron regalarme el sol, dado que había estado en el equipo que ganó. Se los agradecí y prometí utilizarlo para comprar un refresco luego del pedaleo.

Ese día no logré hacer más que un par de kilómetro antes de que el sol terminara de caer. Pedí permiso para armar la carpa a una chola que me crucé en el camino, y acampé frente a una escuela técnica. Esa noche pasé un poco de frío, más allá de que me abrigué bien para dormir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario