miércoles, 25 de noviembre de 2009

Últimos días en el norte argentino

Dado que hace un tiempo que no escribo, aquí un par de novedades. Hoy estoy en Uyuni, así que en estos días estoy contando un par más de anécdotas.

En Salta al final me quedé descansando 2 días. El primer día estuve acondicionando la bici. El segundo día lo pasé recorriendo un poco la ciudad. Fui al museo folklórico de la ciudad, que en realidad era la casa de un bohemio reconocido de Salta: "Pajarito" Velarde. El museo, si bien consta de una sola habitación, guarda objetos de gran valor histórico y cultural. Quedé sorprendido. La guía del museo hizo su parte también para resaltar el significado de cada uno de los objetos que allí se encuentran guardados.


Mientras estábamos recorriendo el museo, la guía nos hizo notar que, por aquella esquina, estaban pasando los caballos que más tarde iban a estar protagonizando el cambio de guardia en el cabildo. No bien terminé con la visita a aquél museo me fuí a ver ese espectáculo, que tenía lugar a 2 cuadras de donde me encontraba.


Pasé la tarde hablando con un par de turistas que estaban parando en el mismo hostel. Hablando con el chico de la recepción, resolvimos ir a dar una vuelta por la noche salteña junto con un chico que se alojaba en la misma habitación que yo. En Salta pues, hay una calle que se hace peatonal y allí se concentra el grueso de la movida nocturna. En esa peatonal se puede encontrar desde un boliche con música tecno hasta peñas, pasando por una feria de las colectividades, que tenía lugar justo el día que fuimos. Quedé sorprendido, sin embargo volvimos temprano, ya que al día siguiente seguía viaje hacia San Salvador de Jujuy.


Desde Salta hay 2 rutas para llegar hasta S.S. de Jujuy. Una es la denominada "por cornisa", que es la ruta nacional 9. La otra es un poco más larga y es una autopista creo. Desde ya que tomé el camino "por cornisa", dado que era más corto, y por lo que había hablado con gente que ya había pasado por ahí, es más bonito el paisaje. La contra de esa ruta es que tiene muchas curvas, y es lo suficientemente angosta como para que al encontrarse 2 autos que van en distinta dirección, ambos tengan que transitar con un par de ruedas por la banquina mientras se cruzan.


Saliendo de Salta tomé aquella ruta y cuando estaba tomando la 5ta curva mas o menos (hoy me contaron que es también denominada la ruta de las 200 curvas... y es cierto) me encuentro con que una víbora estaba cruzando la ruta y estaba justo a la altura por donde yo debía pasar. La esquivé sin mayores inconvenientes, pero fue algo sorprendente, debía medir 2 metros más o menos.


El camino comenzó con una subida de 38 km y luego disfruté de la bajada casi hasta S.S. de Jujuy. En el camino me encontré con un belga que venía pedaleando desde EE.UU. Me comentó que Bolivia no es tan terrible para andar en bici y me recomendó una página donde puedo conseguir alojamiento gratis durante el viaje. Ese día también confirmé algo que me había comentado en Cafayate, pero que no me había sido posible comprobar: los agricultores de la zona controlan las lluvias mediante unos misiles que le tiran a las nubes. El objetivo es evitar que llueva, dado que si ello sucede, es muy probable que tenga lugar también una caida de granizo, lo cual perjudicaría las plantaciones. El riego por tanto, se realiza mediante las acequias. En este trayecto entonces, pude ver una de esas bases desde donde lanzan los misiles. Quedé sorprendido.


En S.S. de Jujuy pasé la noche en un Hostel. No bien llegué, un policía que decía ser ciclista me recomendó un atajo que había yendo hacia Purmamarca. Me dió un par de recomendaciones más con respecto a la dieta y al cuidado del cuerpo en la actividad, y me fuí a recorrer la ciudad.


Al día siguiente seguí camino hacia Tilcara por la Ruta Nac. 9. El camino comenzó con una subida interesante. Ese día debía subir unos 500 mts sobre el nivel del mar más o menos. Cuando la subida me estaba dando trabajo desde hacía un buen trecho, una persona que estaba enfrente, en un puestito de artesanías me gritó algo tratándome de indicarme algo. Observé que más adelante había una curva hacia la izquierda, y que en la misma curva había un cartel que indicaba la prohibición de tránsito por una ruta que se encontraba detrás del cartel. Esa ruta cerrada al tránsito era sin dudas el atajo que el policía y el hombre de enfrente me estaban queriendo hacer notar. Allí almorcé y luego de una siestita, continué el viaje por aquél atajo. Ese camino me ahorró trepar varios kilómetros y me ahorró poco más de un km. de recorrido.


Llegué a media tarde a Purmamarca. Era justo la hora de tomar mate, así que luego de descansar un rato en la plaza fuí en la búsqueda de agua caliente. En esa plaza habían varios turistas que estaban de paso o que simplemente estaban disfrutando de la cálida tarde en ese energético lugar. Me puse a hablar con un par de chicos que estaban de paso por aquél pueblo para preguntarles por algún lugar para alojarse. Hablando, nos quedamos tomando mate y se hizo de noche. Fuimos al lugar donde se estaban alojando para buscar agua caliente y como se seguía haciendo de noche, decidimos ir en busca de algo para cenar. Uno de los chicos, que era de Brasil, nos deleitó con unos fideos con una salsa rara que tenía mayonesa, cebolla, choclo, atún y especias. Estaba bueno. Como la noche no tardó en hacerse notar, así como tampoco tardó en hacerse notar que todavía no había encontrado un lugar para alojarme, hablé con la dueña del lugar para armar la carpa en el parque que tenía. No tuvo inconvenientes y los chicos me invitaron a tirar la bolsa de dormir dentro de la habitación donde estaban, ya que era mejor que hacerlo en la carpa, que estaba a la intemperie.


Al día siguiente iba a seguir viaje para Tilcara, pero cuando se fueron estos chicos, me quedé hablando con otro grupete de viajeros que encontré en la plaza y entre la charla y las nubes grises que se asomaban, decidí quedarme una noche más en Purmamarca. Un par de chicos que estaban en la plaza estaban de viaje en bici también. Ellos estaban yendo hacia el sur.


Aproveché el día que me quedé en Purmamarca y fuí al mirador que queda enfrente del cerro de los 7 colores junto con un francés que conocí allí. De vuelta, como en Cafayate, pensé que iba a ser un paseo y al final me encontré en el medio del cerro, en ojotas, con calor, entre cactos y con una subida complicada, en la cual debía utilizar tanto piernas como brazos para ascender. De vuelta, no fue tan terrible. Desde la cima se podía apreciar con claridad cuál era el camino correcto que cualquier turista que no estuviera habituado a subir montañas, podía realizar sin mayores complicaciones. La vista desde allí arriba es tremenda, y el paisaje es espectacular.


Al día siguiente partí para Tilcara, donde descansé un día. Esa misma noche, al dueño del camping se le ocurrió realizar una fiesta en un quincho que había allí. La música alta comenzó a eso de las 23 hs y no paró hasta las 6 mas o menos. Intenté pero no me fué posible dormir, así que me levanté y salí de la carpa. En ese momento descubrí que eran varios los acampantes que no podían dormir por el volumen de la música, así que nos quedamos tomando unos mates con un par de chicos que estaban observando el jolgorio. Pensamos en ir a compartir la diversión, pero era gente mayor la que estaaba participando de la fiesta, parecía que todos se conocían y la música no nos atrajo mucho, así que nos quedamos charlando a un costado, mientras seguíamos sumando gente al grupo "no-fiesta". Al día siguiente, cuando me levanté a eso del mediodía, intenté ir a la "garganta del diablo", que es una formación natural, que queda a unas 2 horas de caminata desde el centro del pueblo. Cuando estaba llegando, el cielo se empezó a nublar y al poco tiempo empezó a lloviznar suave. En ese momento noté que había 2 españoles que estaban regresando de apreciar la formación natural y que estaban subiendo a un auto... y que sin dudas iban al pueblo. Sin dudarlo mucho se ofrecieron a acercarme al pueblo, ofrecimiento que acepté sin vacilar mucho. No había visto la atracción, pero la lluvia y el frío se hacían notar. En el pueblo me quedé hablando con un par de artesanos chileno, mate por medio. Me contaban que hacía un par de días habían seguido viaje un par de artesanos que viajaban en bici y con un par de perros.


De Tilcara partí hacia Humahuaca. En el camino me encontré justamente con estos artesanos que iban en bici. Me invitaron a tomar unos mates y como ya era el mediodía, comimos unos sánguches al costado de la ruta. Ellos estaban yendo también para Humahuaca, así que luego de almorzar, yo seguí para encontrarme con ellos más tarde, en el pueblo en cuestión.


En Humahuaca, luego de encontrar un camping, me fuí a recorrer el pueblo y al mirador que quedaba cerca del camping. Hablando con un par de artesanos que estaban de paso y con otros que vivían hacía algún tiempo en Humahuaca, me contaron que había una figura en el pueblo que no podía dejar de conocer. Se trataba de un hombre de unos 67 años que se autodenominaba "hippie-anarquista" y que vivía en una casa sin luz, gas, teléfono. Esa noche fuimos a cenar allí junto con los artesanos que viajaban en bici y algunos otros. Fue una gran experiencia. Él llamaba "castillo" a su casa y decía que formaba parte de una dinastía. Buscando información sobre él en internet, advertí que le habían hecho varias notas en distintos medios. Su nombre es Raul Prchal.



Al día siguiente me iba a seguir viaje, pero me enteré que era el último día del "II Encuentro Latinoamericano de Cine en la Quebrada" y que iban a proyectar "El Secreto de sus Ojos" en una pantalla grande al aire libre en la plaza. Poco antes de la proyección estábamos en la casa de Raúl tomando unos mates con él y con otro artesano que se llama Damián. Hablando se nos ocurrió probar suerte con los chicos del encuentro de cine y tratar de convencerlos para que pasaran la película de Raúl también. Como Damián ya conocía a algunos no nos fue muy dificil lograrlo y se proyectó la película para la gente de Humahuaca. La peli también está en 4 partes en YouTube, se llama "La Muerte del Sol"(http://www.youtube.com/watch?v=Bf7fz5bDUa0).



Ya era bien de noche cuando terminamos de ver todas las proyecciones. Como era fin de semana pensamos en disfrutar de la noche, pero nadie sabía adonde ir. Con uno de los chicos que paraba en el mismo camping que yo, nos fuimos para el camping. Cuando estábamos llegando, escuchamos sonidos de chacareras, sambas y carnavalitos. Llegamos al lugar y nos encontramos con una peña llena de gente de Humahuaca, que tenía lugar debido a un festejo religioso de la virgen del lugar. Yo había ido con la cámara así que estaba sacando fotos y filmando. Hacia el final de la peña se me acerca una coplera que había estado anteriormente en el escenario y me pide que le pase las fotos y los videos que había hecho para que ella los pudiera guardar de recuerdo. Hablamos con ella y con otras personas del lugar que nos insistían en que volvamos para el carnaval, y hasta que nos vayamos a vivir a La Quebrada luego de finalizar los estudios.

Al día siguiente tenía la intención se seguir viaje, pero me era imposible ya que había perdido la mañana durmiendo, y esa es la mejor hora para pedalear en el norte. Ese día habian dicho un par de chicos que iban a ver unas películas brasileras en la casa de uno de los artesanos que vivían ahí, así que me quedé para compartir ese evento con los chicos.

martes, 17 de noviembre de 2009

El viaje continúa


En el día de descanso en Cafayate, pensaba descansar y dije: "qué mejor que descansar tomando unos mates al lado de la cascada". Así fue entonces que pregunté mas o menos cómo llegar y me mandé. El camino era en subida, lo cual no me simpatizó mucho. Llegué al término del trayecto en bici y comencé la caminata a la cascada. Pensé (ilusamente) que se trataba de un paseo entre pequeños arroyos y bonitas rocas a la vera del camino, imagen que se vió un poco distorsionada cuando me ofrecieron un guía para llegar a la cascada y me dijeron que el camino era difícil. Poca o nula atención brindé a aquellos comentarios y comencé la caminata. Me costó encontrar el camino al comienzo y cuando me quise dar cuenta me encontraba en la mitad de un cerro, casi sin aire, teniendo que prestar atención al pisar para no caerme, en ojotas, con un sol que rajaba la tierra, al lado de un cardón con espinas amenazantes, con sed... y estaba empezando a picar un poco el bagre. A años luz me encontraba yo de la imagen placentera que me había creado cuando decidí ir a pasar el día a la cascada.

En realidad no fue tan terrible. Me demoré un poco más, mas llegué tranquilo a la cascada. Allí almorcé y me tiré a dormir una siestita como es de costumbre por aquí. El paisaje era muy bonito. En verdad disfruté bastante el día en aquél lugar.

De Cafayate fui para San Carlos, un pueblito que queda ahi cerca. Allí le cambié las cubiertas y limpié la cadena para estar listo para el ripio.

El camino de ripio comenzó duro: muchas piedras medianas, bancos de arena, mucho sol, mucho calor, mucho peso, mucha sed... Más tarde descubrí que no todos los caminos de ripio eran igual, lo cual me relajó un poco. Ahora ya me acostumbré casi.

Lo que terminé de confirmar ahí en San Carlos, es que ésta es la época en que los escolares deciden realizar un viaje de egresados, o algo similar. Muchos de estos grupos eligen un camping como lugar para establecerse durante el tiempo que dura su viaje de egresados. Así fué entonces que me encontré con estos grupos particulares en: Tafí del Valle, Amaicha del Valle, Cafayate, San Carlos. Pensé que el ruido y la música hasta altas horas de la madrugada no me dejarían dormir, pero no fué así. Se ve que llegaba tan cansado al final del día que casi no lograba advertir su presencia a la hora de irme al sobre.

De San Carlos fui para Angastaco. Allí me habían dicho que debía parar en el polideportivo del lugar. En ese establecimiento podía llegar a encontrar alojamiento en un cuarto compartido, por sólo 8 pesos, y dicho y hecho. Dado que no es temporada alta, el cuarto lo tuve que compartir sólo con la bici. Ese día era domingo, así que estaba todo el pueblo en el polideportivo, mirando el partido de futbol regional. Me senté a ver el partido, mientras escuchaba a un abuelo que había sido camionero 31 años y me decía que el país estaba mal. Cuando terminó el espectáculo deportivo me senté a ver el paisaje: es un pueblo rodeado de cerros de variados colores con un atardecer impresionante.
De Angastaco fui para Seclantás. Allí acampé en el camping municipal. Cuando estaba llegando, pasé por el puente que cruza el Río Calchaquí. El atardecer estaba tan bien, que luego de bañarme y preparar el mate, me fuí al puente a ver cómo caía el sol. Un perro de tamañas dimensiones se me hizo el amigo y me siguió hasta el puente. Me pareció sinpático. Me siguió esa noche cuando fui a comprar algo para comer, me siguió después por todo el camping. Al día siguiente, cuando me tenía que ir, también me siguió a pesar de que un par en el pueblo me habían dicho que tenía dueño el perro. Al final lo tuve que espantar para que no me siguiera más, luego de ver que me había secundado durante 20 km esa mañana cuando partí.
En Cachi ví que otros 2 perros me quisieron seguir. Por ahora, la conclusión es que los perros del norte son buena onda, excepto los que te salen a ladrar cuando pasas pedaleando por la ruta.
En Cachi descansé un día. El camping municipal parecía un parque municipal, dado que los escolares lo utilizaban para acortar camino, de modo que adonde quiera que mirara alrededor de la carpa, veía niños con guardapolvo yendo y viniendo. Más que estar acampando en un camping, parecía que estaba acampando en la plaza del pueblo, así que armé la carpa en un lugar lejos del paso de la gente. La verdad que el camping estaba muy bonito. En ese camping hice un asadito y pizza a la parrilla... como para no pasarla tan mal.
De Cachi no sabía bien adónde ir. Es decir, sabía por qué ruta debía tomar, pero dado que la distancia a Salta capital era mucha, pensaba parar en el medio y llegar a Salta luego de 2 días de pedaleo. Informándome con la gente del lugar me comentaron que una parte del trayecto era en subida y que una parte era de ripio. El kilometraje total hasta Salta que figuraba en el mapa era de 120 km. Evaluando un poco la situación llegué a la conclusión que si me levantaba temprano, iba a poder llegar a Salta en un día.
Así fué entonces que luego del día de descanso en Cachi me levanté temprano y partí rumbo a Salta. El camino al comienzo no fue muy duro dado que era asfaltado y sin pendientes muy pronunciadas. Pensé que podía llegar al punto más alto del camino (La Piedra de Molino) antes de almorzar. Las subidas se fueron empinando a medida que iba subiendo. A la vuelta de cada cerro parecía que el camino terminaba de ascender, pero una nueva subida se escondía detrás de cada curva. Iba controlando la distancia que me separaba de la cima con el cuentakilómetros de la bici y parecía que no llegaba más. El camino a lo último, antes de llegar a la Piedra de Molino se volvió de ripio y en subida, y como si fuera poco, con un viento en contra que casi que me tiraba de la bici. Iba a 5 km/h más o menos. Los cerros eran pelados, sin siquiera un árbol para descansar. La computadora de la bici decía que faltaban 2 km creo para llegar a la cima, el hambre ya no se dejaba olvidar, el cansancio se hacía sentir. No bien vi una casa en construcción con un árbol, me tiré a descansar. Luego de almorzar me tiré un ratito a descansar. A la media hora abro los ojos y veo un cielo con nubes grises amenazantes, un fuerte viento y un paisaje desolador. Me subí a la bici y comencé a pedalear apresuradamente. A los 2 km efectivamente estaba la dichosa "Piedra de Molino", junto con un cartel que indicaba unos 3300 mts. sobre el nivel del mar. Paré para sacar una foto y cuando terminé de acomodar la cámara me encontraba en el medio de una nube gris de tormenta. El viento era muy fuerte, más que hace unos kilómetros atrás. Dudaba de mi capacidad para andar en esas condiciones, en ripio, en descenso, con la bici cargada, con neblina. En ese lugar no había ningún recoveco como para esperar a que mejorara un poco la situación. Mirando detrás del cartel con el cual me había sacado la foto, se veía un precipicio que daba miedo. Es decir, estaba en la cima de una montaña, a punto de largarse a llover, viendo como las nubes subían por el precipicio, con mucho viento, pequeñas gotas de lluvia, y con los vehículos y turistas yéndose.
Me armé de paciencia pues y me dispuse a colocarle los cubrealforjas a la bici. Me coloqué una bandolera con refractantes, y cuando estaba listo para partir salió el sol, las nubes ya no eran tantas y el viento, si bien era importante, había amainado un poco. Al final la situación no fue tan terrible y el descenso lo disfruté bastante. Fueron como 30 km de descenso con paisajes alucinantes. Estoy hablando de la "Cuesta del Obispo". Me llené de tierra por el viento, pero también porque una parte del camino la tuve que hacer detrás de un camión con acoplado... como para que no levante polvareda. En el descenso pasé del ripio al asfalto, y de un paisaje con pocos árboles a un paisaje selvático, con vados en cada curva. A esa altura del recorrido, si había algo que no le podía envidiar al camino, era la cantidad de tierra que tenía.
La noche iba llegando más rápido que lo que la bici tardaba en llegar a Salta, pero no tan rápido como me iba llegando el cansancio. Todo el punto es que cuando partí de Cachi, salí con la idea de que Salta estaba a 120 km., pero a medida que iba llegando, los carteles iban arrojando otra cifra, superior a la que esperaba: 160 km. Si fuera en auto, colectivo, tren, moto, esa diferencia no hubiera producido en mí más que un pequeño enfado pasajero. En bici, 40 km. es toda una decisión. Hacer 40 km. en bici es medio día de pedaleo, no es algo sencillo. De ese modo llegué a Salta capital a eso de las 20:30. Me parecía más a un corredor de moto de Rally Dakar que a un viajero en bici. Con la bici compartíamos tanto los kilometros recorridos, como el color amarronado que habíamos adquirido, característica que llamaba un poco la atención entre los transeúntes salteños.
Luego de averiguar un rato, me dirigí a un Hostel y me preparé para descansar.
Hoy estoy en Salta. Aquí me quedo un día para descansar, y limpiar y preparar la bici.

A esta altura del viaje llegué a una conclusión más: estar limpio o sucio es relativo. Si estas limpio, hay altas probabilidades de que en poco estés sucio de vuelta; y si estás sucio hay altas probabilidades de que falten varios km. hasta que puedas estar limpio durante apenas un ratito.

Aquí un par de números como para que se den una idea del viaje en bici:

>Mayor velocidad alcanzada: 58.9 km/h. Fué justamente en el trayecto de Cachi a Salta, en la Cuesta del Obispo, en camino de montaña, en ripio... una locura.

>Mayor distancia pedaleada en una jornada: 159.95 km.m de Cachi a Salta.

>Distancia total pedaleada desde San Miguel de Tucumán: 584.8 km.

>Peor camino: Tucumán-Tafí del Valle. Si bien ese tramo lo hice en 2 días, el segundo día tuve que andar por caminos asfaltados de montaña con pendientes harto difíciles. En ese tramo estuve andando con el cambio más liviano, a no más de 5 km/h. en los mejores momentos. Fueron como 35 km de subida fuerte.

Esto es lo que tengo para contarles hasta el momento.

Muchas gracias por los comentarios y los mails! Un abrazo!

Fotos: http://picasaweb.google.com/dace52003

jueves, 12 de noviembre de 2009

Finalmente... empezamos

En el mundo hay mucha gente que viaja en tren. De la gente que viaja en tren, el mundo se divide entre los que llegan a tiempo y los que pierden en tren... y yo me encuentro en el segundo grupo. Es necesario aclarar, a su vez, que no estoy hablando en un sentido figurado, sino literalmente.
La solución que proponen los empleados de la estación ferroviaria es tomarse un micro hasta Rosario, que es la proxima parada del tren, y abordarlo alli, dado que el micro llega 3 hs antes que el tren. El alivio llega de a poco cuando:

>te das cuenta que no sos el único que llegó tarde
>ves que hay muchas pesonas haciéndote el aguante para que empieces el viaje
>descubrís que la mitad de las personas del micro van a Rosario a alcanzar el tren
>después de arreglar con el maletero podés subir el equipaje al tren y te sentás.

En San Miguel de Tucumán me quedé un día para terminar de organizar las cosas y hacerle algunos retoques a la bici.
La primer jornada de pedaleo fue tranquila al comienzo y medio complicada al final. Se me venia la noche y me encontraba subiendo una ruta bastante empinada en el medio de la selva tucumana. Al final paré en un puesto de la Dirección Provincial de Vialidad. Era un lugar muy bonito, al lado de un arroyo.
Al día siguiente seguí el pedaleo en subida. Ese día subí 1000 mts sobre el nivel del mar, fue bastante complicado. El paisaje era de selva, muy bonito. La belleza del paisaje era, sin embargo, totalmente tapada por el esfuerzo que me demandaba dar cada pedaleada... y eso que estaba utilizando el cambio más liviano. Ese día llegué a Tafí del Valle.
En Tafí descansé un día y recorrí un poco. El clima estaba medio lluvioso, así que no estaba seguro si salir al día siguiente o no. Al final a la mañana siguiente estaba el cielo despejado y salí feliz a pedalear de vuelta. La bici la verdad que se comportó bastante bien.
Ese día (el 3ro de pedaleo) llegué a Amaicha del Valle, una comuna indígena, diaguita. Llegué temprano, a la tarde, y el camping estaba tan bien que me quedé tomando unos mates, previa ducha, claro. En Amaicha visité el Museo de la Pachamama... tiene algunas cosas interesantes.

Salí tarde de Amaicha, pero como sabía que no me esperaban muchas subidas sino más bien bajadas, iba tranquilo. Ese día y el anterior había alcanzado 50 km/h en algunas bajadas. Eso había estado bastante bueno. Ese día llegué a Cafayate. En el camino me encontré con varios viajeros que iban tanto en moto como en bici. Eso me hizo llegar a un par de conclusiones:

>viajar en moto es menos cansador
>hay mucha gente que viaja en bici
>la gente que viaja en bici y en moto es copada por lo general
>llevo mucho equipaje
>me desharé de algunas cosas para alivianar el equipaje y poder hacer Bolivia
>hay gente que pasó por Bolivia en bici y sobrevivió
>la gente en la ruta piensa que estas sufriendo y te saluda

Hoy entonces estoy en Cafayate. Aquí me quedaré un día para recorrer un poco y descansar. A partir de ahora me parece que me esperan rutas con pendiente hacia arriba, así que me prepararé mentalmente para ello.

Muchas gracias por los mails y los comentarios.
Abrazos muchos para cada uno pues!

Recuerden, las fotos están en: http://picasaweb.google.com/dace52003

Que sigan bien.

martes, 3 de noviembre de 2009

Preguntas frecuentes

¿Qué hacés si se te pincha la rueda?

Pues muy sencillo: la emparcho o le cambio la cámara.


¿Vas solo?


¿Hasta dónde pensás llegar?

Hasta Perú y ahí decido qué hacer.


¿Cuánto tiempo vas a estar viajando?

Alrededor de 3 meses.


¿Llevás una buena mochila para llevar todas las cosas no?

No, en un viaje en bicicleta lo que se utiliza no es una mochila sino alforjas, las cuales van sujetas a los portaequipajes de la bicicleta. Llevaré una mochila de mano también por si hago alguna caminata.


¿Vas a hacer todo el viaje en bici?

Sí, todo el viaje.


¿Pensás volver?

Sí, quiero terminar la carrera y dedicarme a un proyecto de construcción sostenido en el tiempo.

El comienzo

Finalmente, luego de un buen tiempo de haberlo reflexionado (algo así como 3 años aproximadamente) llegué a la conclusión que si bien hay contextos más propicios que otros, nunca están dadas las condiciones por completo, y por lo tanto, hay que forzar un poco el escenario para poder lograr el objetivo propuesto.

La idea del viaje es conocer otras realidades, otros paisajes, otras formas de organizarse. Por otro lado, hacer un viaje en bici es algo que siempre me atrajo bastante. Durante este tiempo me estuve nutriendo de diferentes experiencias de otras personas que realizaron o realizan viajes en bicicleta, recolecté información sobre los distintos lugares por donde pasaría y me preparé para hacer el viaje.

Las personas con las cuales hablé sobre el viaje, lo denominaron de distintas formas:


>”Vacaciones”

>”Turismo social”

>”Viaje en bicicleta”

>”Desafío personal”

>”Crecimiento personal”

>”Autoconocimiento”

>”Desconexión de la ciudad”

>”Un re viaje”

>”…”

>”Una locura”

Cualquiera de estas formas es válida para denominar el viaje, supongo. Todo depende de cómo se lo mire. Seguramente tiene algo de cada una, sino no lo hubieran llamado de esas maneras.

Sin embargo, más allá de lo inseguro, poco preciso y cansador que aparente ser el viaje, a partir de la información que pude juntar y a partir de algunas experiencias propias, logré encontrar algunas certezas:


>Cumplir los objetivos está bueno.

>Andar en bici a veces cansa

>Si la subida del bajo porteño me parece el monte Everest, estoy al horno.

>No tener la obligación de ir a trabajar es algo que se acerca a hippismo.

>No cursar retrasa la carrera.

>Preparar el viaje da tantos nervios como prepararse para un parcial y ver que no se llega a estudiar lo necesario.

>Llevar libros pesa.

>Que se te pinche la rueda en mitad del viaje no es tan malo.

>Preparar la bici con las alforjas y todo el equipaje y darte cuenta que pesa, es algo que a veces pasa.

>Vivir solo, esta muy bueno.

>Vivir en carpa durante 3 meses puede no ser muy normal.

>Vivir, suele suceder.

>Cogito ergo sum.