martes, 17 de noviembre de 2009

El viaje continúa


En el día de descanso en Cafayate, pensaba descansar y dije: "qué mejor que descansar tomando unos mates al lado de la cascada". Así fue entonces que pregunté mas o menos cómo llegar y me mandé. El camino era en subida, lo cual no me simpatizó mucho. Llegué al término del trayecto en bici y comencé la caminata a la cascada. Pensé (ilusamente) que se trataba de un paseo entre pequeños arroyos y bonitas rocas a la vera del camino, imagen que se vió un poco distorsionada cuando me ofrecieron un guía para llegar a la cascada y me dijeron que el camino era difícil. Poca o nula atención brindé a aquellos comentarios y comencé la caminata. Me costó encontrar el camino al comienzo y cuando me quise dar cuenta me encontraba en la mitad de un cerro, casi sin aire, teniendo que prestar atención al pisar para no caerme, en ojotas, con un sol que rajaba la tierra, al lado de un cardón con espinas amenazantes, con sed... y estaba empezando a picar un poco el bagre. A años luz me encontraba yo de la imagen placentera que me había creado cuando decidí ir a pasar el día a la cascada.

En realidad no fue tan terrible. Me demoré un poco más, mas llegué tranquilo a la cascada. Allí almorcé y me tiré a dormir una siestita como es de costumbre por aquí. El paisaje era muy bonito. En verdad disfruté bastante el día en aquél lugar.

De Cafayate fui para San Carlos, un pueblito que queda ahi cerca. Allí le cambié las cubiertas y limpié la cadena para estar listo para el ripio.

El camino de ripio comenzó duro: muchas piedras medianas, bancos de arena, mucho sol, mucho calor, mucho peso, mucha sed... Más tarde descubrí que no todos los caminos de ripio eran igual, lo cual me relajó un poco. Ahora ya me acostumbré casi.

Lo que terminé de confirmar ahí en San Carlos, es que ésta es la época en que los escolares deciden realizar un viaje de egresados, o algo similar. Muchos de estos grupos eligen un camping como lugar para establecerse durante el tiempo que dura su viaje de egresados. Así fué entonces que me encontré con estos grupos particulares en: Tafí del Valle, Amaicha del Valle, Cafayate, San Carlos. Pensé que el ruido y la música hasta altas horas de la madrugada no me dejarían dormir, pero no fué así. Se ve que llegaba tan cansado al final del día que casi no lograba advertir su presencia a la hora de irme al sobre.

De San Carlos fui para Angastaco. Allí me habían dicho que debía parar en el polideportivo del lugar. En ese establecimiento podía llegar a encontrar alojamiento en un cuarto compartido, por sólo 8 pesos, y dicho y hecho. Dado que no es temporada alta, el cuarto lo tuve que compartir sólo con la bici. Ese día era domingo, así que estaba todo el pueblo en el polideportivo, mirando el partido de futbol regional. Me senté a ver el partido, mientras escuchaba a un abuelo que había sido camionero 31 años y me decía que el país estaba mal. Cuando terminó el espectáculo deportivo me senté a ver el paisaje: es un pueblo rodeado de cerros de variados colores con un atardecer impresionante.
De Angastaco fui para Seclantás. Allí acampé en el camping municipal. Cuando estaba llegando, pasé por el puente que cruza el Río Calchaquí. El atardecer estaba tan bien, que luego de bañarme y preparar el mate, me fuí al puente a ver cómo caía el sol. Un perro de tamañas dimensiones se me hizo el amigo y me siguió hasta el puente. Me pareció sinpático. Me siguió esa noche cuando fui a comprar algo para comer, me siguió después por todo el camping. Al día siguiente, cuando me tenía que ir, también me siguió a pesar de que un par en el pueblo me habían dicho que tenía dueño el perro. Al final lo tuve que espantar para que no me siguiera más, luego de ver que me había secundado durante 20 km esa mañana cuando partí.
En Cachi ví que otros 2 perros me quisieron seguir. Por ahora, la conclusión es que los perros del norte son buena onda, excepto los que te salen a ladrar cuando pasas pedaleando por la ruta.
En Cachi descansé un día. El camping municipal parecía un parque municipal, dado que los escolares lo utilizaban para acortar camino, de modo que adonde quiera que mirara alrededor de la carpa, veía niños con guardapolvo yendo y viniendo. Más que estar acampando en un camping, parecía que estaba acampando en la plaza del pueblo, así que armé la carpa en un lugar lejos del paso de la gente. La verdad que el camping estaba muy bonito. En ese camping hice un asadito y pizza a la parrilla... como para no pasarla tan mal.
De Cachi no sabía bien adónde ir. Es decir, sabía por qué ruta debía tomar, pero dado que la distancia a Salta capital era mucha, pensaba parar en el medio y llegar a Salta luego de 2 días de pedaleo. Informándome con la gente del lugar me comentaron que una parte del trayecto era en subida y que una parte era de ripio. El kilometraje total hasta Salta que figuraba en el mapa era de 120 km. Evaluando un poco la situación llegué a la conclusión que si me levantaba temprano, iba a poder llegar a Salta en un día.
Así fué entonces que luego del día de descanso en Cachi me levanté temprano y partí rumbo a Salta. El camino al comienzo no fue muy duro dado que era asfaltado y sin pendientes muy pronunciadas. Pensé que podía llegar al punto más alto del camino (La Piedra de Molino) antes de almorzar. Las subidas se fueron empinando a medida que iba subiendo. A la vuelta de cada cerro parecía que el camino terminaba de ascender, pero una nueva subida se escondía detrás de cada curva. Iba controlando la distancia que me separaba de la cima con el cuentakilómetros de la bici y parecía que no llegaba más. El camino a lo último, antes de llegar a la Piedra de Molino se volvió de ripio y en subida, y como si fuera poco, con un viento en contra que casi que me tiraba de la bici. Iba a 5 km/h más o menos. Los cerros eran pelados, sin siquiera un árbol para descansar. La computadora de la bici decía que faltaban 2 km creo para llegar a la cima, el hambre ya no se dejaba olvidar, el cansancio se hacía sentir. No bien vi una casa en construcción con un árbol, me tiré a descansar. Luego de almorzar me tiré un ratito a descansar. A la media hora abro los ojos y veo un cielo con nubes grises amenazantes, un fuerte viento y un paisaje desolador. Me subí a la bici y comencé a pedalear apresuradamente. A los 2 km efectivamente estaba la dichosa "Piedra de Molino", junto con un cartel que indicaba unos 3300 mts. sobre el nivel del mar. Paré para sacar una foto y cuando terminé de acomodar la cámara me encontraba en el medio de una nube gris de tormenta. El viento era muy fuerte, más que hace unos kilómetros atrás. Dudaba de mi capacidad para andar en esas condiciones, en ripio, en descenso, con la bici cargada, con neblina. En ese lugar no había ningún recoveco como para esperar a que mejorara un poco la situación. Mirando detrás del cartel con el cual me había sacado la foto, se veía un precipicio que daba miedo. Es decir, estaba en la cima de una montaña, a punto de largarse a llover, viendo como las nubes subían por el precipicio, con mucho viento, pequeñas gotas de lluvia, y con los vehículos y turistas yéndose.
Me armé de paciencia pues y me dispuse a colocarle los cubrealforjas a la bici. Me coloqué una bandolera con refractantes, y cuando estaba listo para partir salió el sol, las nubes ya no eran tantas y el viento, si bien era importante, había amainado un poco. Al final la situación no fue tan terrible y el descenso lo disfruté bastante. Fueron como 30 km de descenso con paisajes alucinantes. Estoy hablando de la "Cuesta del Obispo". Me llené de tierra por el viento, pero también porque una parte del camino la tuve que hacer detrás de un camión con acoplado... como para que no levante polvareda. En el descenso pasé del ripio al asfalto, y de un paisaje con pocos árboles a un paisaje selvático, con vados en cada curva. A esa altura del recorrido, si había algo que no le podía envidiar al camino, era la cantidad de tierra que tenía.
La noche iba llegando más rápido que lo que la bici tardaba en llegar a Salta, pero no tan rápido como me iba llegando el cansancio. Todo el punto es que cuando partí de Cachi, salí con la idea de que Salta estaba a 120 km., pero a medida que iba llegando, los carteles iban arrojando otra cifra, superior a la que esperaba: 160 km. Si fuera en auto, colectivo, tren, moto, esa diferencia no hubiera producido en mí más que un pequeño enfado pasajero. En bici, 40 km. es toda una decisión. Hacer 40 km. en bici es medio día de pedaleo, no es algo sencillo. De ese modo llegué a Salta capital a eso de las 20:30. Me parecía más a un corredor de moto de Rally Dakar que a un viajero en bici. Con la bici compartíamos tanto los kilometros recorridos, como el color amarronado que habíamos adquirido, característica que llamaba un poco la atención entre los transeúntes salteños.
Luego de averiguar un rato, me dirigí a un Hostel y me preparé para descansar.
Hoy estoy en Salta. Aquí me quedo un día para descansar, y limpiar y preparar la bici.

A esta altura del viaje llegué a una conclusión más: estar limpio o sucio es relativo. Si estas limpio, hay altas probabilidades de que en poco estés sucio de vuelta; y si estás sucio hay altas probabilidades de que falten varios km. hasta que puedas estar limpio durante apenas un ratito.

Aquí un par de números como para que se den una idea del viaje en bici:

>Mayor velocidad alcanzada: 58.9 km/h. Fué justamente en el trayecto de Cachi a Salta, en la Cuesta del Obispo, en camino de montaña, en ripio... una locura.

>Mayor distancia pedaleada en una jornada: 159.95 km.m de Cachi a Salta.

>Distancia total pedaleada desde San Miguel de Tucumán: 584.8 km.

>Peor camino: Tucumán-Tafí del Valle. Si bien ese tramo lo hice en 2 días, el segundo día tuve que andar por caminos asfaltados de montaña con pendientes harto difíciles. En ese tramo estuve andando con el cambio más liviano, a no más de 5 km/h. en los mejores momentos. Fueron como 35 km de subida fuerte.

Esto es lo que tengo para contarles hasta el momento.

Muchas gracias por los comentarios y los mails! Un abrazo!

Fotos: http://picasaweb.google.com/dace52003

8 comentarios:

  1. dace!! nos acordamos de vos, estuvimos viendo las fotos y leyendo tus viajes, alto viaje te echaste!! metele huevo, difrutalo, nosotros te vamos a seguir desde aca.. Un saludo grande
    Juli Polo y Bruno Verdino.

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  2. Querido DAMI
    Tus crónicas diarias, por momentos espeluznantes y a veces gratas nos llenan de regocijo porque cada vez que anuncias un peligro inminente o una situación harto difícil para hacernos parar los pelos, dos párrafos más adelante llega la inesperada solución.
    Que se viene la tormenta carajo ¿y ahora que hago?... Bueno, de pronto saliò el sol...
    Es de no creer. ¿Te has llevado contigo al "Ángel de la Guarda" o al "guarda Ángel" del tren que perdiste por venir demorón?..
    Además, tus comentarios son desgranados con mucha imaginación y buen humor, lo que nos tranquiliza bastante a quienes te queremos.
    Avante cavallieri que la vitoria e vostra.
    Abrazote grandote en el nmarote
    Juanjo

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  3. Dami! Un gustazo leerte! Esta buenisimo el blog con todos estos relatos, que por momentos son muy gratos y en otros parecen cuentos de terror jaja
    Espero que sigas cargando todas tus experiencias aca asi podemos saber todos los detalles del gran viaje gran que te estas pegando.
    PD: buenisimas las fotos!
    Un abrazo!

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  4. ¡¡¡¡¡F E L I Z C U M P L E!!!!!!!
    Rosi y Juanjo

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  5. EPA DAMI
    ¿Que pasa?
    ¿Es que acaso la pedaleada te resta fuerzas para aporrear el teclado?
    ¿O por los parajes por donde deambulas ni siquiera hay un Cyber?..
    Que bajón queriddo nuestro, que bajón...
    ¿Por que no hablás con tu tía Fernanda Fajusa para que te preste una compu?
    Dale Dami
    Conectate con el universo...

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  6. Damiáaan, y las noticias para cuándo?

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  7. dace, alto viaje!! hace mucho no sabemos nada de vos... x donde andas???
    besos y cuidate mucho

    dani
    desde tmk :(

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